viernes, 9 de marzo de 2012

Artículo de opinión de uno de nuestros socios.

UNA NUEVA FORMA DE HACER POLITICA, QUE NO DE GOBERNAR.

Del respeto devienen las normas, o por mejor decir, de la falta de respeto derivan las prohibiciones y obligaciones. Cuando el respeto a los demás deja de ser tal, es cuando existe la necesidad de normativizar las relaciones de las personas, y no al revés.

Parece como si el Estado de Derecho hubiera alcanzado el clímax y comenzase su regresión. Lejos de ampliar libertades y defender derechos  se percibe en los políticos  una maniática obsesión por moldear las mentes de los ciudadanos, a fuerza de leyes formales, muy similares a los esfuerzos de los países totalitarios reconocidos, hasta el punto de dictarles como deben sentir, pensar y comportarse desde que se levantan hasta que se acuestan.
Bajo ideales progresistas, asistimos en su día a ley antitabaco, a restricciones en las vestiduras, a recortes salariales e incluso hay quien pide que en algunas playas españolas las mujeres dejen de lucir sus preciosos senos.

Pues bien, la iniquidad ha llegado hoy al parlamento catalán con la prohibición de las corridas de toros. Cataluña ha sido desde el siglo XIX tierra de grandes toreros (veintisiete ha dado en total), lanzadera de otros, referencia también del taurinismo mundial e internacional y cuna de importantes hitos históricos.

Me pregunto si alguno de los parlamentarios que ha votado a favor de su abolición conoce la historia taurina de su región, si ha pensado en el toro como animal en el momento de la votación o si en su obsesión por legislar en post del “civismo” ha ponderado la concurrencia de los bienes jurídicos existentes: la vida del toro cuya finalidad es la lidia y muerte en una plaza, por un lado, y la libertad y el trabajo de los que en virtud de esta ley quedan desamparados, por otro.

OH salvadores de los animales y protectores de la dignidad animal que con vuestra gran obra dejáis de lado a vuestros ciudadanos que viven de la fiesta nacional y a cuantas pobres personas, incluso independentistas, son fieles devotos de la tauromaquia yo me cuestiono si no será mas vuestra actuación un termómetro a través del cual medir las relaciones con el Estado español o una respuesta a la sentencia del Estatut (aprovechando que a ciertos magistrados les gustan las corridas, y de toros tambien) en vez de una manifestación cívica y altruista en defensa de los toros.

Sin duda ninguna, asistimos a una nueva forma de hacer política, que no de gobernar, basada en la destrucción y la antinomia de todo lo no hecho por mis similares, con independencia de que sea lo que yo también deseo.

Queridos tránsfugas de la dictadura catalanista, y no tan tránsfugas, que a partir de ahora tendréis que exiliaros a tierras galas o regiones “mas españolistas” para presenciar el arte del toreo, aquí tenéis mi apoyo. Al resto, gracias por contribuir a la extinción de vuestro preciado animal.





MIGUEL A. DEL BARRIO